Sentía como las
tibias lágrimas goteaban sobre mi hombro
Él se sentía completamente vulnerable en ese momento, habían
herido sus sentimientos.
Era de noche. Corrió y lo seguí. Sin pensarlo dos veces se volteó hacia mí y
con fuerza me abrazó rodeando todo mi cuerpo; me quedé helada por un segundo
pero reaccioné de inmediato y lo abracé con igual fuerza con un brazo rodeando
su cuello y con el otro su cabeza.
Nuestros cuerpos estaban tan unidos que yo podía sentir su
corazón latiendo muy rápido; podía sentir como en un instante su calor me
envolvía por completo. Su llanto era más lamentoso y sus lágrimas iban mojando
mi cuello impiadosamente.
Yo lo sostenía con fuerza igual que él a mí; no sabía qué
sentir en ese momento; su llanto estaba haciendo brotar en mis ojos lágrimas de
impotencia. ¿Qué podía hacer yo? Paseaba con mis dedos sus cabellos
acariciándolo en una forma de encontrar la calma a su sollozo.
Sólo sé que en ese instante, lo amé aún más.
El sudor de su pecho
Aunque nos encontrábamos un poco lejos, nos mirábamos con sofocante
gracia; y de a poco, él se iba acercando. Como si fuera un títere, mis piernas
me llevaban a donde él se encontraba,
aunque yo estaba más que nerviosa. Sin
embargo mis nervios desaparecieron al ver esa incandescente sonrisa que nacía
de sus labios…entonces, extendió sutilmente sus brazos y acercó mi cuerpo al
suyo. Yo recosté mi cabeza sobre su pecho y acomodé mis brazos en un su
cintura.
Me sentía protegida en sus brazos. En ese momento, el tiempo se detuvo y no me
importaba nada más.
Pude sentir el ligero rubor en mis mejillas al percatarme de
las gotas de sudor que bajaban de su cuello y caían a su pecho.
Y su acogedor calor era todo lo que yo necesitaba.
Plegaria
“Mi amor, despiértame, sólo despiértame…por favor…”
Le dije mientras lo abrazaba fuerte y temblorosamente.